23 de febrero de 2010

Bailarin de tango

Una a una, Las vivencias se han alojado en el sonriente rostro del bailarín, dejando visible la profundidad de su importancia,Al primer tono de la voz del acordeón,Sus pies recuerdan el paso a seguir, con gentileza le brinda la mano a una dama,Que atraída por su encanto, días tenía que le buscaba,Con el corazón en sus labios carmesí y Quemando las ansias con las llamaradas de su escotado vestido rojo,Sus pies asfixiados con las correas de los zapatos de tacón,Que los mantienen serenos para no tropezar,La dama le acepta la invitación,Bailemos un tango preciosa,Al sentir ella en su espalda desnuda, la calidez y Confianza de su mano veterana se deja llevar al compas que marca el compañero,Ese hombre con corazón de guerrero y casta elegante,Portando su impecable sombrero y confiado del todo en la madurez de sus pasosComienzan a bailar,Sus poros transpiran el perfume de la vida,Y el veneno del placer,Ella, manejada con arrebatada dulzura, sostenida en vilo,Por la mano masculina soldada en su firme muslo,Mientras sus almas palpitantes,Se mesclan en instantes, destilando pasión en sus danzares,Trascurrido el tiempo cesa la música,Rebosantes de una felicidad jadeanteAgradecen las palmadas de un público complacido,Así llega la noche y la luna exige su turno,Para bailar un tango, En la colorida y nebulosa callejuela de su querida argentina.